Fausto пишет о себе
Quiero confesar que en su momento, con mí vida aún joven, creí en un Dios lleno de amor, quien es supuestamente nuestro padre, y como tal se preocupaba por mí y mí familia, así como por todos los humanos; cuyo amor era libre de cualquier tipo de interés.
Con el transcurso de tiempo, pude observar que el mundo es un lugar complicado, injusto, difícil, salvaje...
Observé cómo hombres y mujeres, niños y ancianos mueren de hambre y sed, de enfermedades curables, de guerras y males insufribles.
Me pregunté si un padre les haría eso a sus hijos, y la respuesta fue que es el castigo de Dios hacia el hombre por haberle desobedecido...
Me pregunté nuevamente si eso era un Dios de amor, y la respuesta fue que para salvarnos de todo esto envió a morir terriblemente al hijo que más amaba. Nuevamente me pregunté, ¿por qué un padre le haría eso a sus hijos pudiendo evitarlo?
No tuve respuesta sino un simple "nadie entiende los designios de Dios" o "no pretendas entenderlo con tu limitada capacidad"... capacidad que supuestamente, Dios nos dio, ¿por qué sería limitada entonces?
Me pregunté por qué Dios nos pide utilizar la fe y renunciar a nuestro razonamiento para conocerlo...
Dudé. En uso de la capacidad de razonamiento que supuestamente Dios me dio, inicié a investigar. Leí, averigüé, busqué respuestas.... y las encontré.
Pude determinar que existirán dioses, siempre que el ser humano no pueda responderse lógica y fehacientemente, una duda existencial o del conocimiento.
Pude establecer, que si un cura me confiesa es por que nací en Occidente; más si hubiera nacido en Oriente, probablemente estaría en algún ritual musulmán o budista.
Pude darme cuenta, que no se necesita a dios para explicar las dudas del universo, ya que utilizarlo, es simplemente cambiar el lugar de la pregunta.
Conociendo esto, pude evaluar las ideas de dioses y concluir que, en cada caso en específico, los dioses que me han presentado son absurdos. Algunos más que otros, pero ninguno capaz de asumir el rol de padre benefactor y amoroso que me trataron de inculcar.
Ya no dudé, tuve la certeza que el dios que me han presentado no existe por que es absurdo en sí mismo.
Y a partir de allí fui feliz.
Pude centrarme en amar a mí familia toda vez que acepté mí temporalidad en el mundo, sin tiempos extras sobrenaturales. Amé y me amaron sin necesidad de creer en un dios de los muchos que hay.
Pude encontrar la paz de no tener que rendirle cuentas a un ser sobrenatural y, mucho menos, a sus supuestos delegados en la tierra.